Domingo tranquilo mas que por la ruta, por la falta de
efectivos dedicados a otros deportes menos gratificantes como el running,
chupeting, chuletoning...Aparecemos solo Ismael y yo por el bar. La espera por
si venia alguien mas la empleamos en arreglar la bici de un paisano que sale
averiado de casa y que con esta actitud dice estar haciendo meritos para entrar
en el grupo.
Saliendo con Ismael ya se sabe lo
que toca, yo propuse ruta rodadora y tranquila, que esta todo muy seco y no
tenemos ganas de pinchar. Lo que para mi rodar es ir hasta Najera y poco mas
para Ismael es ir a las tierras del norte para que al menos haya que meter un
poco el platillo, y eso fue los que se decidió.
Nos ponemos rumbo a Viñaspre por
el Corvo, cogemos agua rápido en su fuente y por la senda subimos a Kripan.
Como no queremos rodeos y la senda del hayedo del merendero esta ensanchada y
estropeada vamos por la senda que sale de Kripan y que lleva todo recto hasta
el inicio de la calzada romana. Este verano me ha dado tiempo a conocer cada
piedra y losa de la calzada de tantas veces que he pasado por aquí.
En la subida decidimos no llegar
hasta San Tirso por la humedad de la senda, yo no tuve ningún problema en decir
¡cuanta razón!, vámonos para Meano y el paso de la Horca. Una vez allí, Isma
decide probar la dureza de la roca y tomar posesión del paso para la villa de
Yecora hincando la rodilla a modo conquistador extremeño.
Como vamos bien de tiempo (parece
que hoy nadie se queda atrás) pasamos por la Población y los molinos para bajar
por el hipogeo de Longar. Al inicio de la pista de los eólicos hay un cartel de
batida. -¿tan pronto?- Seguro que lo han dejado puesto del año pasado. Pues era
cierto, a lo largo de la pista íbamos pasando cazadores apostados a intervalos
regulares. Hay que decir en su defensa que fueron amables y nos dejaron pasar
explicando hacia donde se dirigía la batida y sin malas caras. Eso si pasamos
el tramo volando.
En la central, como no, nos
equivocamos de pista y terminamos en una pista desconocida, después de
reconocer los alrededores vemos al fondo un camino y un todoterreno por lo que
decidimos llegar hasta allí en vez de dar la vuelta. Cogemos un caminejo que
baja y que termina en una finca. Ya empieza a mosquear el asunto, no vamos a
subir todo lo bajado a si que pasado un tramo campo a través (y eso que
queríamos evitar esto) encontramos finalmente otro camino muy roto que nos bajo
a la pista que lleva al Hipogeo.
Llegamos a casa a buena hora, tan
pronto que me encontré al grupo de los O.R aun desayunando y los del maratón
dando vueltas a Logroño para encontrar la meta.