Como devoto de San Mateo, se me alargaron sin que yo lo quisiera en Logroño el periodo
de Maitines por la Plaza del Mercado y hasta bien entrado el Laudo no llegue a
la parroquia para oficiar el asunto. Me
encontraba pues al solito de la mañana realizando unos ejercicios espirituales
para espantar al diablo de mi cuerpo, también llamado resaca por los ateos que
abundan en esta zona.
A eso de las 10 de la mañana,
cuando mas a gusto estaba empiezan los ruidos en la plaza que turban mi
necesaria meditación, aparece el primer ciclista de la mañana, este seguro que
viene de Yecora pues casi ni llega sudado, en vez de besar mi anillo se va a la
fuente a sentarse al solecillo. Otro que necesita meditar pensé.
Al rato aparece por la carretera
otro ciclista vestido de azul (con su camisita y su canesú), este si
viene de Logroño ya que la sudada era mas visible, aunque me fije en él no por
la sudada, sino por la cara de pecador que llevaba, o de cansado que a veces es
la misma cara.
Poco después llega otro de
amarillo con otra bici especial de las que hace el diablo, mas sudado si
cabe, que sube por el atajo, este si que es pecador pensé, o llega mas cansado
no se, finalmente llega el último de estos 4 pecadores, pero como dijo Jesús,”los
últimos serán los primeros” y este tiene pinta de ser el primero porque
llega arriba andando.
El domingo empieza fuerte pensé,
evangelizar a estos 4 me va a costar, pero esa es mi misión en el mundo,
recoger ovejas descarriadas. Con la excusa de enseñarles el retablo de la
iglesia los meto en la iglesia, comienzo las confesiones y a repartir
penitencias.
Como sabrán ustedes se puede
decir el pecado pero no el pecador y esa mañana escuche pecados leves y comunes
que todos los humanos cometemos (salir entre semana sin avisar a nadie, hacer
series, comprar pijadas para la bici, tocarnos de vez en cuando...) nada que
tres padrenuestros no arreglen. Pero hubo un pecado aterrador que me cogió
sobremanera: La noche anterior, y antes de una ruta en bici, dos de los
pecadores se confabularon para dejar sin cena a otro de ellos, intentando
dejarlo sin energía para que se quede
atrás. Un pecado así no tiene perdón y como penitencia uno de los pecadores se
quedo castigado en la sacristía mientras los demás daban la vuelta al León
Dormido entre los Hayedos que hay en la parte norte. Una ruta gozosa y cortina.
De vuelta en el Pueblo, ya todos
con la conciencia tranquila y el alma limpia emprenden el camino de vuelta al
sur por donde han venido, dejando una estela de polvo y sus pecados por el
camino y prometiendo no volver a pecar, sobre todo en dejar sin cena a un
compañero. Lo de los tocamientos lo veo mas difícil pero bueno todos somos
humanos y pecadores.