Los inasequibles al desaliento

Los inasequibles al desaliento

jueves, 14 de septiembre de 2017

¡Que no estamos muertos!, ¡que estamos de parranda!

Vaya verano que nos hemos metido, pero de andar mucho en bici, tanto que no ha habido tiempo para ponerse al ordenador y ahora con toda la depresión postvacacional me obligan a volver a contar con veracidad, rigor y seriedad lo que ocurre las mañanas de los domingos porque ya los Cabras nos están comiendo la cuota de mercado.
Para que la velada sea más amena y por lo tanto haya más cosas para contar, se presentan en la salida dos viejas glorias de los desorientados: Jorge “el hierro de cenicero” y Nacho “el niño de los almuerzos”, además de Cañas otro clásico, Puritos que se afianza en el grupo pero que no gasta ni la ropa, Echazarreta que aparece depilado y torneado mmmmmmmm, ahhh no, que es que también se ha hecho gai rompiendo asi el núcleo duro del comando 90Km donde ya solo queda un hombre de os de verdad... y yo el “subnooooorrrmaaaaalllll” de la Grajera.
Como siempre al pobre Nacho lo sacamos de la cama y con un café rápido lo ponemos a funcionar, mientras tanto Jorge nos espera en Navarrete con una bici (Pedro apunta) del carrefur ya que el carbono no es para él, y que a poco que apretes la cacareada flexibilidad del carbono peta y si es de 29 mas, eso si me llena de orgullo y satisfaccion verlo de nuevo con esos tribales que le sientan tan bien y que afortunadamente no ha llevado a vendimiar.

Una vez criticadas las bicis, menos la mía que con el ruido que hace no oigo las críticas, y la mala mañana que hace nos vamos a una rutilla tranquila hacia las dehesas para hacerlas por sitios que o bien no conocíamos o es por donde se suele bajar en vez de subir. La Dehesa de Navarrete por la senda de la viña hasta el cortafuegos , después bajar por el otro lado entre viñas y piedras (y no es una encerrona) ya que la propuso Jorge, vamos después hacia la dehesa de Sotes para subir desde Ventosa por el bosquecillo, muy idílico cuando bajas, pero la subida se las trae por el desnivel y por el barro (si eso marrón que hace meses que no se ve y que atasca las ruedas, las calas, los cambios…) ya lo echábamos de menos.
Nacho cuando vió la subida pensó que mejor irse directamente a Sotes por unos huevos con chorizo y un calimocho para darle energía para volver a Logroño, pero aún tardamos más nosotros en subir y pasar la zona de barro, además de una nueva bajada que nos deja en el camino que sube de Santa Coloma y que con las piedras mojadas hay que bajar con mucho cuidado.


De allí ya para abajo por Sotes y el camino de Santigo, rápido con todo el ffllooouuu metido saltando cuan cervatillos entre los pinos hasta que un aterrizaje sobre otro usuario de bici de los que van sin casco y pantalonetas hizo que aflojamos el ritmo cruzandonos la bici en la trazada  y arriesgando ganarnos lo que se merece algún Puigdemont de turno nos dejamos caer ya para casa.